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martes, 10 de septiembre de 2013

La Autoestima

La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. 
La importancia de la autoestima estriba en que concierne a nuestro ser, a nuestra manera de ser y al sentido de nuestra valía personal. Por lo tanto, puede afectar a nuestra manera de estar y actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás. Nada en nuestra manera de pensar, de sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la autoestima.puede decirse que la necesidad de autoestima incluye la necesidad de autoaceptación, autorespeto, autovaloración, confianza y seguridad en si mismo. Respetarse y valorarse es indispensable para encontrar el significado, propósito y satisfacción de la vida.
La autoestima se va formando en la familia, desde que nacemos comenzamos a acumular información sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, por medio del trato que recibimos de los adultos que están a nuestro alrededor. Si un niño ha sido atendido con afecto y rodeado de mensajes de amor, tendrá un autoconcepto positivo. Si por el contrario ha sido tratado con despego y los mensajes recibidos son descalificativos, tendrá un autoconcepto negativo. también la escuela, los amigos, los vecinos van influyendo en la formación de la autoestima. 
Existen dos dimensiones de la autoestima: la estructural y la situacional:
  • La autoestima estructural es la básica y se origina en las experiencias tempranas de la infancia. define la personalidad y la identidad del individuo, ya que determina los patrones de pensamiento, sentimientos y actuaciones. Influye en la visión de la misión de vida.
  • La autoestima situacional se relaciona con situaciones o experiencias especificas a los largo de la vida, de ahí que se observe en determinadas áreas de desempeño. Está relacionada con creencias e interpretaciones distorsionadas. Influye sólo en metas parciales.
esto quiere decir que la autoestima puede bajar o subir debido a situaciones internas y externas, y en algún momento regresa a su nivel estructural. Por ejemplo una persona con autoestima estructural alta, puede tener una autoestima baja en un momento determinado debido a un pésimo rendimiento en los estudios (autoestima baja situacio-nal). Ahora, como esa persona tiene un elevado valor de sí mismo, tiene los recursos internos para encontrar formas de superar la situación a través de cambios y crecimiento personal. Si este mismo caso se da en una persona con autoestima baja, se queda hundida en el fracaso y no encuentra manera de superarlo. 

Actividad: 
Después de la actividad realizada en el aula y de leer los artículos recomendados, deberán:
  1. Diga la importancia de una buena autoestima
  2. Papel de familia en la formación del autoconcepto y autoaceptación
  3. Describir el "QUIEN SOY" (Opinión de sí mismo)




Autoestima

lunes, 9 de septiembre de 2013

Identidad Sexual


      La identidad sexual, también llamada identidad de género, se define como el sentimiento de pertenencia a uno u otro sexo, es decir, el convencimiento de ser hombre o mujer. Esta percepción hace que nos veamos como individuos sexuados en masculino o femenino, lo que desembocará en sentimientos, afectividad y comportamientos o conductas distintas y peculiares dependiendo de que nos identifiquemos con una identidad sexual masculina o femenina. 


Causas que definen la identidad sexual:
      En el debate abierto sobre las causas que definen la identidad sexual en el ser humano se barajan distintas teorías. Algunas teorías apuntan a que la identidad sexual es innata, aunque la mayoría de estudios y teorías recientes apuntan a la influencia de distintos factores como son: La herencia genética, las experiencias durante la infancia y adolescencia, la relación con los padres, amigos, entre otras. 

        La identidad sexual es realmente un aspecto complejo y multifactorial. Al pensar en identidad sexual, se suele pensar en si una persona se siente o no a gusto, con bienestar y autorrealización, en lo que implica ser hombre o ser mujer. 

Los elementos a considerar como constituyentes de la identidad sexual son: 

  1. El sexo del sujeto: Esto tiene que ver con la diferencia física constitutiva natural del hombre y de la mujer, y por lo tanto con los componentes biológicos y anatómicos.
  2. El género: El género, está determinado por los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la feminidad y la masculinidad. Este es uno de los componentes más complejos.
  3. El rol: El rol del género como hombre o mujer dentro de un determinado marco social-cultural, político y religioso determinado. 


Al hablar de la Identidad se insiste que la identidad es lo más íntimo y propio de cada uno de nosotros y que la formación de esta es un proceso de naturaleza social. El papel que nosotros estemos dispuestos a tomar es del que va a depender lo que será nuestra identidad al final del proceso.

 La Identidad Personal está fundamentada en 4 características:

•  Es relativamente estable:Hay una evolución a lo largo de la vida pero la persona mantiene una continuidad consigo misma, sea o no consciente de ello. La persona puede encontrar modificaciones cruciales en su propio yo a lo largo de su existencia.
•  Esta referida a un mundo:  La persona pertenece siempre a grupos de distinta naturaleza, cada uno de ellos con un sentido peculiar y un significado especial que le viene dado por el entorno social.
•  La identidad se afirma en la relación interpersonal: Todos venimos de un padre y una madre por lo tanto nos parecemos, y no tanto en lo físico, sino en la forma de ser y pensar, en la manera como nos relacionamos con el mundo, con las personas. Es por eso que los vínculos con los padres en la formación de la Identidad es muy importante.
•  Es producto tanto de la sociedad como de la acción de la propia persona: La influencia es reciproca ya que no solo depende de las personas que nos rodean sino también nuestras acciones influyen bastante en la formación de nuestra identidad.


El concepto biológico de “sexo” se refiere al hecho de haber nacido varón o mujer. En cambio, el concepto sociocultural de “género” se refiere a lo que significa ser varón o mujer en una sociedad y un momento histórico determinado. El género establece expectativas sobre cómo deberían actuar las personas de uno y otro sexo en diversas situaciones. En casi todas las sociedades hay diferencias claras entre el comportamiento de niñas y niños. Los varones no sólo muestran más actividad física, juego y exploración bruscos y agitados.

Cuando hablamos de roles de género nos referimos a una serie de expectativas y atribuciones relativas a cómo deben comportarse un niño o una niña en una determinada sociedad por pertenecer a un género u a otro. La correspondencia a un género u a otro no es más que la aceptación de valores, costumbres y hábitos de la sociedad en la que se desarrollan.

Los roles de género no son estáticos, es decir que es un rasgo de la personalidad que se puede modificar y que es variable a lo largo de la vida de una persona. A partir de los 4 o 5 años empiezan a aparecer conductas muy estereotipadas que se prolongarán y acentuarán en los años que ahora nos ocupa.

podemos observar una evolución en la comprensión de los roles de género, entre la infancia y la edad adulta, podemos hablar de tres rasgos en su desarrollo: 

a) El desarrollo orgánico del joven: Donde modifica formas y funciones del cuerpo el cual se va transformando paulatinamente en adulto.
b) El desarrollo social:  hacia la independización del hogar paterno y el familiarizarse con nuevas relaciones sociales es un proceso natural, radica en la propia naturaleza humana.
c) El desarrollo espiritual, a diferencia de los dos anteriores, no es un proceso natural, es un proceso cultural que se despliega en el juego conjunto de autoeducación y educación receptiva, con dificultades y esfuerzos orientados a conseguir la perfección. Precisando, además, de la maduración de funciones fundamentales como son las intelectuales, emocionales y volitivas; esto formará un adulto autónomo con valores y valoraciones, ideas e ideales orientados en un orden axiológico. Podemos dividir la etapa juvenil en cuatro fases:
1) Prepubertad: En el sexo femenino comienza aproximadamente a los 10 y a los 11 en el masculino. En esta etapa se ve reflejado cambios en lo intelectual-afectivo-volitivo. Se producen notables cambios en el comportamiento, la comunicación, disminuye el rendimiento tanto escolar como familiar, todo el organismo psicofísico se inclina a una mayor fatiga, osadía y timidez. Es de fundamental importancia ver -detrás de la hostilidad, apatía, terquedad, afán de vivencias, emotividad- una gran inseguridad y una ardiente búsqueda. Por eso decimos que el prepúber necesita que se lo comprenda, que se le hable con suavidad pero con firmeza, con interés pero orientándolo, debido esto a que perdió su escala valorativa de la niñez y aún no ha adquirido la de su vida madura. Por ello su visión es crítica en el aspecto negativo de la palabra. Es necesario para una acción pedagógica eficaz tratar de ver lo positivo que nos presenta esta etapa como el afán de experiencias, su necesidad de conocer cosas nuevas, su emotividad de modo de canalizarlas no sólo hacia una instrucción sino a una educación integral.
2) Pubertad: 13 años y 14 años respectivamente. A medida que va desapareciendo la disarmonía puberal, disminuye la desintegración de la conducta, típica de la etapa anterior. Las formas negativas de la conducta cesan repentinamente. Comienza a experimentar su mundo exterior: pensamientos, sentimientos, emociones, impulsos, aspiraciones y deseos, descubre su yo psíquico. Además descubre el mundo psíquico de los que lo rodean, estableciendo una distinción entre ambos. Descubre su yo, pero también alcanza la facultad de comprender el obrar y comportamiento exteriores de una persona por los motivos psíquicos, por los rasgos de carácter, por los sentimientos.
 Los jóvenes se consideran a sí mismos muy importantes, se encierran en sus sentimientos, sobrestiman su vivencia, y dictan sus juicios, creyéndolos el "sumum" de la sabiduría. La atención del joven se fija en alguien que personifique en su vida, carácter, valores, lo que a él le parece puro, bueno u noble. No es de extrañar entonces, que considere a tal persona como la encarnación de un orden de valores, e imite su ejemplo. Ante todo tiene que ser una persona que vea y comprenda las dificultades y luchas del joven, y que aún tenga sus propias luchas y dificultades, aunque sea ya una personalidad madura. Este puede ser un profesor, un sacerdote, un compañero mayor, o una persona admirada. Esta persona llega a tener gran importancia para el desarrollo del joven, y el éxito obtenido depende, en parte, de la influencia activa ejercida por esta persona. Ve el mundo a través de él; lo imita en lo grande como en lo pequeño, puede llegar a imitar hasta sus gestos. No se trata de una imitación servil, sino que hay una identificación de valores que llevan al joven a actuar como su modelo.
3) Crisis juvenil y adolescencia: 14 años para las niñas y 16 años para los muchachos. Armonización de la conducta: Junto al equilibrio corporal se va dando una armonización de toda la conducta que se manifiesta no solo con relación a lo social sino también al propio rendimiento. En la escuela y en el taller se da un progreso del rendimiento. Esta es una fase de transición no sólo en lo psicológico, sino también en lo pedagógico.
Extroversión y consolidación de la estructura psíquica: Después de la introversión sufrida en la etapa anterior surge como resultado que el joven se ha encontrado a sí mismo y que del caos interior ha surgido un cosmos en un duro proceso de autoformación. Relación equilibrada entre el pensar y el sentir: El desarrollo de la inteligencia ha terminado y en la medida en que disminuye la gran acentuación afectiva, pensar y sentir entran en un mayor equilibrio. Logra una objetivación del pensar, es decir, puede prescindir de su sentir y hacer un enjuiciamiento objetivo del mundo exterior. De esta manera idealismo y realismo en esta etapa quedan hasta cierto punto en equilibrio: el alma no ha perdido su poder idealizado pero ya no violenta la realidad con construcciones abstractas y subjetivas.
Maduración social: La extroversión que comienza en la adolescencia acrecienta de nuevo el afán de estar en compañía, especialmente el afán de asociarse, la necesidad y predisposición al contacto. Se abre a influencias heterogéneas y reconoce que la autoridad, el orden, la ley y la obediencia, son necesarias. En consecuencia, se hace maduro para el orden político y social. Separación de los garantes éticos: Al descubrir el mundo de los valores personales, se da una independización espiritual, una separación repentina o paulatina de los garantes éticos. Desde ahora, la formación del carácter se logra en la unión inmediata con los valores mismos y no a través del garante ético como ocurría en la pubertad.
Orientación exterior de la voluntad: La vida volitiva del joven sufre un cambio en su centro de gravedad: logra guiar hacia el exterior las energías psíquicas reprimidas en la pubertad para hacer que estas contribuyan a una actividad valiosa. La madurez consiste en que la personalidad formada actúe en el mundo en el sentido de una ordenación objetiva de los valores. Mayor estabilidad de los estados de ánimo: Pensar y querer se encuentran en condiciones de dominar los sentimientos, los estados de ánimo, los impulsos, los deseos y las pasiones. Los estados de ánimo se muestran en un mayor equilibrio. La sana alegría de vivir reemplaza la melancolía y el descontento de los años anteriores.
Consolidación del sentimiento de sí mismo: El haber logrado dominarse, los éxitos en el trabajo, en los estudios, y la alegría de vivir contribuyen a fortalecer el sentimiento del propio valor. La fuerza e impuso vital es tan grande que puede disipar rápidamente cualquier depresión. Constitución de la forma de vida: La consolidación de un mundo de valores propio logra marcar en el joven una dirección valorativa ejemplar para regir su vida.
Así en la adolescencia por ser una fase de consolidación, cristaliza también el carácter como una constante del añorar como sentir y querer los valores. El carácter persistirá de una forma bastante constante durante el resto de la vida, principalmente como resultado de la autoeducación, dándose así la consumación de la madurez psíquica que favorecerá la transición a la edad adulta.


La sexualidad responsable se forma desde que somos pequeños, poniendo en práctica los valores morales que nos han enseñado y también depende de nuestro autocontrol de nuestro cuerpo.

Normas de comunicación para el desarrollo de una sexualidad responsable: 

1. Hable abiertamente del tema desde edades tempranas, siempre pensando en la capacidad del niño de entender lo que se está diciendo.

2. Hable en términos sencillos, claros y manejables para la edad en que se encuentra el niño.

3. Recuerde que somos seres sexuales, "tenemos el chip" que nos permite entender este tema, incluso desde lo instintivo, por lo tanto, mejor aun desde la razón.

4. No permita que otros niños informen a su hijo sobre sexualidad, tan pronto detecte que esto esta pasando ofrézcale una explicación coherente y correcta.

5. Permítase sentir cuál es la expectativa de la edad y, porque no, pregúntele a ellos sobre sus inquietudes al respecto.

6. Hable sobre cada una de las funciones de la sexualidad

7. No haga diferencias entre niños y niñas, todos tenemos los mismos derechos y deberes frente a la sexualidad



Consecuencias de una Sexualidad Irresponsable


Embarazo no deseado: 
Este problema es más común de lo que pensamos y es especialmente una situación terrible en adolescentes. Cuando somos jóvenes, las personas tenemos sueños y anhelos para el futuro; soñamos con terminar nuestros estudios, tener una profesión, tener nuestras cosas, enamorarnos de una persona muy especial, viajar y otros deseos. Pero cuando un embarazo no planeado aparece entonces el camino para alcanzar las metas se hace más complicado.

Aborto: Cuando se produce un embarazo no deseado, la solución errónea que en ocasiones llega a la mente de los afectados es el aborto. De esta forma supuestamente se acaba el problema, pues no habrá nuevas responsabilidades y aparentemente se evitaran los obstáculos para cumplir los sueños; erróneamente se piensa que el aborto evitará un problema social o familiar a quien lo practica. Sin embargo los problemas secundarios que produce tienen repercusión en la salud física y sobre todo en el aspecto emocional.

Enfermedades de Transmisión Sexual: Una de las consecuencias más terribles de una sexualidad sin responsabilidad es el contagio de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Esta lamentable situación está asociada generalmente a las prácticas sexuales de un individuo con diferentes personas durante su vida, aunque otros pueden contagiarse “inocentemente” cuando se involucran con dichas personas.

Impacto Emocional: Cada vez que una persona tiene relaciones sexuales, deja una marca imborrable en su interior y experimenta un impacto emocional que puede ser negativo o positivo, dependiendo de las circunstancias que rodearon el encuentro. Cuando los recuerdos de un encuentro sexual se vuelven tormentosos y amargos, seguramente nos encontramos con una situación de inconformidad en la cual las expectativas, sueños o anhelos no se cumplieron en esa práctica.




Pubertad y Adolescencia

Educación sexual para adolescentes: dimensiones de la sexualidad